¿Están resurgiendo los gadafistas en Libia?

Foto: Cortesía del autor

 

Vijay Prashad

Durante el fin de semana, un vuelo de Afriqiyah Airways, entre Sebha —ciudad del suroeste de Libia— y Trípoli fue secuestrado y conducido a Malta. Las negociaciones con los dos secuestradores terminaron en tres horas. Los hombres, Subah Musa y Ahmed Alí, se entregaron a las autoridades maltesas. Cuando desembarcaron del avión, Musa portaba una pequeña bandera verde (el símbolo del Movimiento Verde de Muamar Gadafi). Dijo que él y Alí habían efectuado el secuestro para promover su nuevo partido, Al Fatah al Yadid (El Nuevo Al Fatah). Este nombre es importante porque es así cómo Gadafi denominó al mes de septiembre, cuando llevó a cabo el popular golpe de estado de 1969.

Dado que el secuestro fue muy breve y se produjo en medio del caos existente dentro de Libia, no se le prestó mucha atención. Los hombres habían empleado réplicas de armas y no parecían estar interesados en la violencia. Le dieron un significado político y lo dejaron ahí. Los medios occidentales sugirieron que habían secuestrado el avión con el fin de huir de Libia y obtener el estatus de refugiado en Europa. Pero no hay indicios de que este fuera el objetivo de los secuestradores. Su pequeña bandera verde indica que eran otras sus pretensiones.

Sebha, la ciudad de partida del avión, es un nudo de comunicaciones en el Sáhara de Libia. Las carreteras procedentes del norte del país, donde vive la mayoría de la población, se juntan allí y luego se ramifican hacia Argelia y Níger. Después de los bombardeos de la OTAN, el extremo norte de Libia se desmoronó en el caos y una proliferación de grupos armados controlaron el territorio saqueando e invocando el nombre de dios. El sur de Libia, en particular la región de Fezan (Fasania), había sido un baluarte de los partidarios de Gadafi, muchos de los cuales huyeron a Argelia y Níger durante los mencionados bombardeos. Los dos líderes más destacados, los generales Alí Kana y Alí Sharif al Rifi, se refugiaron en Agadez. Cuando las cosas se calmaron, el general Alí Kana regresó a la zona de Sebha, donde comenzó a reconstruir su base de apoyo.

Uno de los manidos clichés de la guerra de la OTAN de 2011 fue que el pueblo libio estaba unido en contra de un pequeño círculo de seguidores de Gadafi. En otras palabras, una breve operación de bombardeos de la OTAN liberaría a Libia y la entregaría a los libios. No había informaciones de que Gadafi disfrutara de un amplio apoyo popular, por supuesto no de la totalidad de la población, pero tampoco de algunos sectores importantes del país. En Fasania, donde Sebha es la ciudad más importante, la población tenía pocos motivos de queja contra el régimen de Gadafi. Pero también había evidentes sectores que apoyaban a Gadafi en las dos ciudades rebeldes más importantes: Bengasi y Misrata. No obstante, el apoyo dado por la OTAN a los rebeldes parecía dar a entender que solo los locos combatirían hasta el final. Los partidarios de Gadafi huyeron del país o pasaron a la clandestinidad. Los que trataron de ocultarse fueron descubiertos por las milicias victoriosas y ejecutados de forma sumaria o encerrados en prisión (hay alrededor de 10.000 presos de este tipo que todavía no han sido juzgados desde 2011).

Juwaildi al Hamidi, estrecho aliado de Gadafi, que murió en El Cairo en 2015, formó el Movimiento Popular Nacional Libio en Egipto. Pensaba presentarse a las elecciones en 2012, con el fin de comprobar cuál era la fuerza del Movimiento Verde, el nombre que reciben los partidarios del antiguo gobernante. Pero el nuevo gobierno prohibió, con el apoyo de Occidente y de los países del Golfo, el movimiento y desautorizó todo símbolo asociado con la era Gadafi (leyes 37 y 38). En otras palabras, el sentimiento pro-Gadafi tenía que organizarse en la clandestinidad. Al Hamidi y sus socios dejaron claro en 2013 que lo que les movía no era la nostalgia. Durante la década anterior a la guerra de la OTAN, estas personas habían luchado contra la venta de tierras y recursos libios al capital privado. Esta fue una batalla que les enfrentó al hijo de Gadafi, Saif al Islam Gadafi (ahora en libertad, tras varios años en cautividad). Su patriotismo, según Al Hamidi, debería ser juzgado en función de su lealtad a la Revolución de 1969 y sus metas.

La política clandestina tiene grandes limitaciones. Pequeños grupos comenzaron a surgir por todo el país, incluyendo Sirte (entonces en manos de ISIS) y Derna (también controlada por ISIS, pero en la actualidad por un ISIS light). En ocasiones, estos grupos han salido a la superficie y exhibido sus banderas verdes, coreando eslóganes en favor de Gadafi. Exhaustas por la violencia de las milicias y los gobiernos rivales, inundadas de armas y testosterona, muchas gentes ordinarias ven con nostalgia la era Gadafi. En 2015, en el cuarto aniversario de la muerte de Gadafi, los cánticos de manifestantes desde Bani Walid a Bengasi fueron reveladores: que dios envíe a diez Sadams, diez Muamars. Eslóganes tales como “Muamar es el Amor de Millones” comenzaron a aparecer en las paredes. En Sebha, los manifestantes portaban banderas verdes por las calles. Cuando un avión de combate voló bajo para intimidarles, dispararon sus armas al aire.

Fasania no se salvó de las divisiones entre tribus y clanes que habían caracterizado a la rebelión de 2011 y sus secuelas. Las ancestrales enemistades entre los tubus y los tuareg desgarraron la región. En los alrededores de la ciudad de Awbari, hacia la frontera con Argelia, el conflicto entró en guerra abierta en 2014. Los gobiernos rivales de Trípoli y Tobruk/Bayda azuzaron las diferencias, en una región en la que el petróleo se esconde bajo las arenas del desierto. El gobierno argelino cerró apresuradamente la frontera, temiendo que los tuareg utilizaran sus vínculos regionales para extender el conflicto, en un momento en que Al Qaeda del Magreb había empezado a actuar en Argelia (después de que hubieran sido expulsados de Mali). Una base militar francesa en Níger, no muy lejos de Libia, la presencia militar norteamericana en ese país y los omnipresentes contrabandistas transaharianos complican aún más el conflicto entre las dos tribus. En noviembre de 2015, representantes de las dos partes firmaron un acuerdo de paz que, aparte de algunos incidentes en enero de este año, ha mantenido la calma.

La consolidación del Movimiento Verde necesitaba este acuerdo de paz. La base de apoyo del general Alí Kana está entre los tuareg y el nuevo partido político (Al Fatah al Yadid), anunciado en el secuestro, tiene raíces entre los tubus. Cuando el primer ministro libio Fayez al Serraj fue a Gat, una ciudad del suroeste del país cercana a la frontera argelina, fue recibido con protestas del Movimiento Verde (véanse las fotos). Esto se produjo una semana antes del secuestro. Y parece indicar que el estado de ánimo de los partidarios de Gadafi está en alza.

Tropas del ejército nacional libio, dirigidas por el general Jalifa Hafter, se desplazaron a Sebha esta semana. Por ahora, han sido frenadas por la Tercera Fuerza de Misrata, que se trasladó hacia el sur para impedir el avance de Hafter. Este militar, que cuenta con el respaldo de Egipto, Emiratos Árabes Unidos y muy probablemente Francia, ha estado involucrado en una importante batalla contra grupos extremistas de Bengasi y otras partes del este de Libia. Dice representar al legítimo ejército libio, pero se niega a someterse al gobierno del primer ministro Al Serraj, apoyado por la ONU, y a su oposición (que está compuesta por diferentes partidos políticos islamistas). Para complicar aún más las cosas, Hafter, que fue agente de la CIA, viajó a Moscú a finales de noviembre para obtener la ayuda de Rusia. Los realineamientos de los hombres fuertes en busca de ayuda rusa para combatir al terrorismo ha abierto la posibilidad de que Hafter se convierta en el primer aliado de Rusia en Libia. Algunos rumores sugieren que el ejército sureño de Alí Kana se ha unido con Hafter y que otras fuerzas gadafistas están considerando seguir su ejemplo.

Pero Tahar Dehej, un buen aliado de Gadafi, sugiere que el Movimiento Verde ha creado sus propias bases y crecerá por sí solo. Cuando le preguntaron por una supuesta alianza con Hafter, Dehej fue claro: “Hafter participó en la destrucción de Libia en 2011. Es pronorteamericano. Tiene sus propios planes. Los soldados verdes que se le unieron tal vez han pensado en salvar a Libia con su concurso, pero eso no sucederá”. Dehej dice que el Movimiento Verde se impondrá en 2017. Los hombres que han secuestrado el avión a Malta podrían estar de acuerdo con él. Y también los soldados del ejército de Alí Kana. Pero es difícil predecir si su reaparición ayudará a Libia a terminar con la violencia.

Vijay Prashad es profesor de estudios internacionales en el Trinity College de Hartford, Connecticut, Estados Unidos. Es autor de 18 libros, entre los que se encuentran Arab Spring, Libyan Winter (AK Press, 2012), The Poorer Nations: A Possible History of the Global South (Verso, 2013) y The Death of a Nation and the Future of the Arab Revolution (University of California Press, 2016). Sus columnas son publicadas por Alternet todos los miércoles.

Este artículo fue originalmente publicado en “Don’t Look Now, But Gaddafi’s Political Movement Could Be Making a Comeback in Libya”, AlterNet, 28/12/2016

Traducción: Javier Villate (@bouleusis)

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