Experimentar para mejorar la democracia

Rod Rylander

Publicado originalmente en: Only a True Democracy Can Meet The People's Needs; We Need a New Way to Select Representatives to Congress, OpEdNews, 15/12/2011

Dada la parálisis legislativa que ahora vemos en Washington, es más que evidente que la democracia norteamericana se ha visto afectada por la influencia de los partidos políticos, el dinero, los grupos de presión y la superficial calidad de pan y fútbol de nuestras comunicaciones de masas.

Para remediar las cosas, tenemos que pensar de forma heterodoxa y creativa.

Mi solución para reformar nuestro Congreso disfuncional y corrupto —sobre todo, la Cámara de Representantes— es reemplazar a los miembros ahora vinculados al sistema improductivo y tóxico de la política de partidos con ciudadanos normales que estén cualificados y elegidos al azar. El procedimiento que imagino es el siguiente: en cada zona de un distrito electoral, se elegirá a una persona al azar entre una serie de ciudadanos voluntarios que reúnan los requisitos establecidos en una enmienda constitucional. El representante del distrito en el Congreso sería, así, elegido al azar de entre los elegidos en las zonas. No se permitiría la politiquería en ninguna etapa del proceso electoral; además, sería irrelevante ya que la selección sería realizada al azar. El límite del mandato legislativo sería de seis años, efectuándose elecciones parciales cada año. El resultado sería que todos los años se renovaría el Congreso en una sexta parte de sus miembros.

Para garantizar que la legislación producida por el Congreso es totalmente imparcial, todos los grupos de presión serían prohibidos por una enmienda constitucional. Y para asegurarnos de que los miembros permanecen fieles a sus funciones como ciudadanos voluntarios, el salario sería, como máximo, dos veces el salario medio de los profesores de las universidades financiadas por el estado, y la atención médica sería equivalente a la de los ciudadanos en general.

Respuestas a las críticas


Al considerar la idea de un Congreso de ciudadanos seleccionados aleatoriamente, algunos críticos han sugerido que esto podría llevar a algunos delincuentes a dicha institución democrática. Mi respuesta es la siguiente: ¡es preferible que haya unos pocos delincuentes a que todos sean delincuentes! Además, si unos pocos delincuentes entraran en el Congreso, sería solo durante seis años como máximo, no indefinidamente. No obstante, habría bastante buena gente para conformar un comité de ética creíble como medio para eliminar a los delincuentes.

Otra reserva que la gente podría tener se refiere a que los congresistas seleccionados al azar podrían carecer del "músculo" o formación de un político tradicional para representarles adecuadamente. También tengo una respuesta a esta objeción. Un representante seleccionado al azar que cumpliera los requisitos constitucionales representaría, probablemente, los intereses de la gente más ampliamente que un representante apoyado por un grupo de presión. Además, el cambio de representantes cada seis años incrementaría la oportunidad de que los intereses específicos de cada votante estarían representados en algún momento. Por la misma razón, debo añadir entre paréntesis que también me gustaría que los miembros de la Corte Suprema fueran seleccionados al azar entre una lista de personas cualificadas, y limitada su judicatura a seis años.

Se ha demostrado que la diversidad es un ingrediente esencial para sostener el mundo biológico. Es también esencial para la economía y la política. La concentración de poder, se plasme en especies de animales o plantas limitadas, o en inversiones en un único recurso, puede a veces ser más eficiente, pero no es sostenible.

¿Quién podría estar en contra del plan que propongo? Políticos, grupos de presión, firmas de relaciones públicas, los medios de comunicación y aquellos que simplemente se oponen a cambiar las ideas. Todos estos lucharían con uñas y dientes contra la puesta en práctica de un sistema justo que podría crear una verdadera democracia estadounidense.

Es muy improbable que el sistema que he propuesto se ponga en práctica mientras la cosecha actual de políticos y grupos de presión sigan controlando el sistema. Sin embargo, a la luz del creciente éxito de Ocupemos Wall Street, me parece que podría estar dentro de las posibilidades de un movimiento similar.

Hace cuarenta años, escribí un texto en el que recomendaba la implementación de un impuesto sobre las transacciones financieras. Ahora estamos cerca de hacerlo. Espero, sinceramente, que la selección aleatoria de representantes no tarde tanto. Los tiempos difíciles que estamos viviendo evidencian que no podemos seguir tolerando un sistema en el que el dinero y el poder determinan el resultado de las elecciones. La justicia económica que buscamos solo puede lograrse en una auténtica democracia que responda a las necesidades de la gente.

Traducción: Javier Villate

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