África sigue creciendo

Publicado originalmente en: The hopeful continent: Africa rising, The Economist, 3/12/2011

El contenido de este artículo es cuestionable en algunos puntos, pero lo incluyo aquí porque su aspecto informativo es básicamente correcto. Cuando habla de las causas del subdesarrollo africano se olvida de algunas, como el intercambio desigual en el comercio internacional, el proteccionismo de los gobiernos occidentales y unas cuantas prácticas de compañías extranjeras que se benefician de la corrupción gubernamental. También son discutibles sus recetas para que África siga progresando, no tanto por lo que dice (me parecen bien las medidas dirigidas a mantener a los gobiernos fuera de la actividad económica y las propuestas para liberalizar el comercio), como por lo que no dice, sobre todo en cuanto a las relaciones de las compañías y gobiernos occidentales con los gobiernos africanos. No obstante, su interés es evidente.



En las tiendas se amontonan los artículos en pilas de casi dos metros de altura, las calles aledañas están atiborradas de clientes y los vendedores están sudando a mares frente a la invasión. No se trata de una calle principal del Norte rico en navidades. Es el mercado de Onitsha, en el sur de Nigeria, cualquier día del año. Muchos dicen que es el más grande del mundo. Unos tres millones de personas acuden allí todos los días a comprar arroz y jabón, ordenadores y materiales de construcción. Es un centro comercial del golfo de Guinea, una región castigada por la corrupción, la piratería, la pobreza y las enfermedades, pero también es el hogar de millones de emprendedores muy motivados y de consumidores que progresan a ojos vista.

En la década pasada, seis de los diez países con mayor crecimiento del mundo fueron africanos. En ocho de los últimos diez años, África ha crecido más rápidamente que Asia Oriental, incluyendo Japón. Aun teniendo en cuenta el efecto dominó de la reducción de la actividad en el hemisferio norte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que África crezca un 6 por ciento este año y casi el mismo porcentaje en 2012, aproximadamente igual que Asia.

El auge de las materias primas es parcialmente responsable. En el periodo 2000-2008, alrededor de una cuarta parte del crecimiento de África provino de los ingresos más elevados de los recursos naturales. La demografía favorable es otra causa. Con tasas de natalidad bajísimas en Asia y América Latina, la mitad del aumento de la población en los próximos 40 años tendrá lugar en África. Pero el crecimiento también tiene que ver con la industria y los servicios que los países africanos están empezando a desarrollar. La gran pregunta es si África puede seguir así si la demanda de materias primas cae.

Cobre, oro, petróleo... y una pizca de sal


El optimismo sobre el futuro de África tiene que ser tomado con precaución, pues las cosas son todavía muy precarias en gran parte del continente. La mayoría de los africanos vive con menos de dos dólares al día. La producción de alimentos por persona ha caído desde la independencia, en los años 60. La esperanza de vida en algunos países es inferior a 50 años. La sequía y el hambre persisten. El clima está empeorando, y la deforestación y la desertificación siguen avanzando.

Algunos países elogiados por su vertiginoso crecimiento económico, como Angola y Guinea Ecuatorial, son cleptocracias que se bañan en petróleo. Otros, que han empezado a crecer económicamente, como Ruanda y Etiopía, son políticamente inestables. Congo, que acaba de tener unas elecciones fraudulentas, sigue siendo un país difícilmente gobernable y extremadamente corrupto. Zimbabue es una cicatriz en la conciencia del resto del sur de África. Sudáfrica, que ha sido un modelo para el continente, está manchada por la corrupción, y dentro del gobernante Congreso Nacional Africano se habla de nacionalizar la tierra y las minas (véase artículo).

No obstante, a pesar de ese contexto tristemente familiar, algunos números fundamentales se están moviendo en la buena dirección (véase artículo). África tiene ahora una clase media en rápido crecimiento: de acuerdo con el Standard Bank, alrededor de 60 millones de africanos tienen ingresos de 3.000 dólares al año, y unos 100 millones lo tendrán en 2015. La tasa de inversión extranjera se ha disparado unas diez veces en la última década.

El desembarco de China ha mejorado la infraestructura de África y ha impulsado su sector manufacturero. Otros países no occidentales, desde Brasil y Turquía a Malasia e India, están siguiendo su ejemplo. África podría entrar en el mercado mundial de la industria ligera y los servicios como las "centrales de llamadas". El comercio transfronterizo, reprimido durante mucho tiempo debido a las rivalidades políticas, es cada vez mayor, mientras bajan los aranceles y se van desmantelando las barreras al comercio.

El entusiasmo de África por la tecnología está promoviendo el crecimiento. El continente cuenta con más de 600 millones de usuarios de teléfonos móviles, más que EEUU o Europa. Puesto que las carreteras son generalmente horrorosas, los avances en las telecomunicaciones, la banca móvil y la información agrícola telefónica, han sido una gran bendición. Los servicios de internet por teléfono móvil cubren alrededor de una décima parte de la superficie terrestre africana, una proporción más elevada que en la India. La salud de muchos millones de africanos también ha mejorado gracias, en parte, a la amplia distribución de mosquiteros y el alivio gradual de los estragos del VIH/SIDA. Los conocimientos técnicos están mejorando, la productividad está creciendo casi un 3 por ciento al año, en comparación con el 2,3 por ciento de EEUU.

Todo esto está ocurriendo, en parte, porque África está consiguiendo, al fin, un poco de paz y de gobiernos decentes. Durante tres décadas, después de que los países africanos se libraran de las cadenas coloniales, ni un solo país —con la excepción de la isla Mauricio, en el océano Índico— expulsó pacíficamente a su gobierno o a su presidente en las urnas. Pero desde que Benín marcó la tendencia en 1991, esto último ha acontecido más de 30 veces, mucho más a menudo que en el mundo árabe.

Las tendencias sociales podrían favorecer estos prometedores desarrollos. Una gran cantidad de jóvenes bien preparados y en edad de trabajar está entrando en el mercado laboral, y las tasas de natalidad están empezando a declinar. Mientras la proporción de personas en edad de trabajar con respecto a personas dependientes aumente, el crecimiento debería también mantenerse. Asia ha disfrutado de este "dividendo demográfico", que empezó hace tres décadas y ahora está disminuyendo. En África acaba de empezar.

Tener una gran cantidad de adultos jóvenes es algo bueno para cualquier país si su economía es próspera, pero si la demanda de mano de obra es escasa, puede generar frustración y violencia. Que la demografía de África tenga consecuencias positivas o negativas va a depender, en gran medida, de sus gobiernos.

Más comercio que ayuda


África necesita una reforma profunda. Los gobiernos deberían facilitar la creación de empresas y reducir algunos impuestos, así como recoger honestamente los que imponen. La tierra tiene que ser librada de la propiedad comunal y entregar títulos de propiedad a los agricultores para que puedan obtener créditos y mejorar. Y, sobre todo, los políticos tienen que mantener sus manos fuera de los negocios y dejar el poder cuando así lo decidan los votantes.

Los gobiernos occidentales deben abrirse al comercio en lugar de limitarse a repartir ayudas. La ley sobre crecimiento africano de EEUU, que redujo las barreras arancelarias para muchos productos, es un buen comienzo, pero debería ser imitada y ampliada por otros países. Los inversores extranjeros deben firmar la Iniciativa sobre Transparencia de las Industrias Extractoras, lo que permitiría que los africanos vean lo que pagan las compañías extranjeras por las licencias para explotar sus recursos naturales. Los gobiernos africanos deben insistir en la transparencia total en los acuerdos que firman con compañías y gobiernos extranjeros.

La autocracia, la corrupción y las contiendas no van a desaparecer de la noche a la mañana. Pero en unos tiempos oscuros para la economía mundial, el progreso de África es un recordatorio de la promesa transformadora del crecimiento.

Traducción: Javier Villate

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