Israel nuclear revisitada

Joseph Massad

Publicado originalmente en: Nuclear Israel revisited, MWC News, 10/11/2011



¿Cuántas veces debe ser contada una historia? Es del dominio público, en EEUU, en Europa, en el mundo árabe, en realidad en todo el mundo. La prensa internacional ha estado informando de ello desde finales de los años 60 del siglo pasado. Los detalles históricos son, también, bien conocidos. En 1955, el presidente de EEUU Dwight Eisenhower dio a Israel su primer reactor nuclear pequeño en Nahal Sorek; en 1964, los franceses construyeron en Israel su mayor y más importante reactor nuclear en Dimona, en el desierto del Neguev; en 1965, espías israelíes robaron en EEUU, en la compañía Nuclear Materials and Equipment Corporation de Pensilvania, 200 libras de uranio útil para armamento; en 1968, Israel secuestró un barco liberiano en aguas internacionales y robó su cargamento de 200 toneladas de óxido de uranio concentrado. Israel tiene armas nucleares desde comienzos de los años 70. A pesar de los desmentidos oficiales de EEUU, se sabe que Golda Meir, la cuarta primera ministra de Israel, se preparó para lanzar 13 bombas nucleares sobre Siria y Egipto en 1973, y estuvo a punto de cometer este acto genocida cuando Henry Kissinger dio a Israel el puente aéreo de armas más grande de la historia para revertir el curso de la guerra de 1973, tal como informó Time Magazine. Israel ha tenido un programa de colaboración con el régimen del apartheid sudafricano para construir armas nucleares durante décadas, el cual solo terminó con la caída del régimen en 1994.

Desde entonces, los expertos han calculado que Israel tiene más de 400 dispositivos nucleares, incluyendo armas termonucleares de un megatón, así como bombas de neutrones, armas nucleares tácticas y armas nucleares portátiles. También tiene sistemas de lanzamiento de misiles de largo alcance (11.500 kilómetros) que pueden golpear a Irán y más allá. Israel tiene también submarinos que son capaces de lanzar ataques nucleares, así como aviones de combate que pueden transportar carga nuclear.

Israel ha impedido diligentemente que sus vecinos adquieran reactores nucleares para fines pacíficos. Violó el derecho internacional cuando en 1981 bombardeó, sin que mediara provocación alguna, el reactor nuclear iraquí de Osirak, todavía en construcción con colaboración francesa, a pesar de que, según los gobiernos iraquí y francés, era para fines pacíficos. Israel también bombardeó lo que, según informes de inteligencia, era un reactor nuclear norcoreano que se estaba construyendo en Siria en 2007. El Mossad israelí ha sido vinculado en numerosas ocasiones con los asesinatos de científicos nucleares egipcios, iraquíes e iraníes que han tenido lugar durante décadas. Israel sigue negándose a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear y ha impedido que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) inspeccione el reactor de Dimona.

Israel, un país delincuente y agresivo que ha lanzado, desde su creación, varias guerras contra todos sus vecinos, que ha expulsado a centenares de miles de personas, que ha creado millones de refugiados palestinos, libaneses y egipcios, que ha asesinado a decenas de miles de civiles y utilizado armas prohibidas por la comunidad internacional (desde el napalm hasta las bombas de fósforo, por citar solo los casos más notorios), sigue ocupando los territorios palestinos y al pueblo palestino, en clara violación del derecho internacional, y sigue dominado por una fundacional ideología de estado racista antiárabe y antimusulmana a la que todos sus líderes, estructuras de gobierno e instituciones se adhieren, como también lo hace su cultura popular y política y sus leyes. En realidad, Israel no solo ha lanzado guerras contra sus vecinos, sino que también insta a las potencias mundiales a invadir a estos vecinos, mientras patrocina campañas racistas antiárabes y antimusulmanas en EEUU y en Europa, además de integrar esa ideología racista en sus programas educativos y universitarios, y en buena parte de su producción cultural.

Políticas racistas


El protector de Israel, Estados Unidos, es el único país de la Tierra que ha utilizado deliberadamente bombas nucleares contra poblaciones civiles, y sigue defendiendo esta decisión 66 años después del acto genocida, inculcándola en su población, por medio de los programas educativos y los medios de comunicación. Estados Unidos se ha asegurado de que el arsenal nuclear de Israel no sea discutido jamás en el Consejo de Seguridad de la ONU, a pesar de las muchas propuestas que se han hecho a lo largo de los años para su discusión. En realidad, la insistencia de EEUU en mantener en abierto "secreto" la capacidad nuclear de Israel está diseñada, entre otras cosas, para permitir que la ayuda de EEUU al estado hebreo siga fluyendo, pues una condición legal fundamental para recibir esa ayuda es que los países receptores de la misma sean miembros del Tratado de No Proliferación Nuclear, que Israel se niega a firmar.

A pesar de que EEUU e Israel han sido las principales amenazas para la paz mundial y los belicistas más peligrosos desde la Segunda Guerra Mundial, insisten en decir al mundo que Irán, un país cuyo actual régimen nunca ha invadido a ningún otro país —pero que fue invadido por el Irak de Sadam Husein en 1981 a instancias de las dictaduras del Golfo, gobernadas por familias enriquecidas gracias al petróleo, y sus patrocinadores norteamericanos y franceses—, es una amenaza para la paz mundial si llega a hacerse con la bomba nuclear.

Dejando a un lado las políticas racistas de EEUU sobre quién debe tener armas nucleares y quién no —según criterios raciales que dicen quiénes son europeos o de origen europeo y quiénes no—, debe quedar claro que la medida en que existe una carrera nuclear en Oriente Medio, esta ha sido promovida por el belicismo de Israel y su posesión de este tipo de armas de destrucción masiva. Si Oriente Medio ha de ser una zona libre de armas nucleares, entonces el empeño internacional por librarse de esas armas debería empezar con Israel, que es el único país de la región que posee esas armas, y no con Irán, que puede estar desarrollándolas o no.

El racismo de la administración Obama contra árabes y musulmanes no conoce límites, pero para los pueblos de Oriente Medio (árabes, turcos e iraníes), los criterios racistas de Obama no son muy convincentes precisamente. Tener o no armas nucleares es un asunto de seguridad humana, desde el punto de vista de los pueblos de la región, y no de privilegio racial europeo. Aunque EEUU no tema las armas nucleares israelíes, los países vecinos de Israel y sus poblaciones civiles han estado aterrorizados durante décadas —y siguen estándolo—, y tienen buenas razones para ello. Cuando Obama aprenda esta lección, los pueblos de la región reconsiderarán la credibilidad de EEUU sobre su supuesta preocupación por la proliferación nuclear.


Joseph Massad es profesor adjunto de Historia Política y de las Ideas en el Mundo Árabe Moderno en la Universidad de Columbia, de Nueva York.

Traducción: Javier Villate

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